Las personas somos seres relacionales, vivimos en sociedad y necesitamos formar parte de «algo». Nuestra identidad se complementa en el contacto con los demás, primeramente, en la familia, y luego con amigos, compañeros, vecinos, colegas… Somos valiosos por nosotros mismos, pero sin los otros no estaríamos donde estamos ni seríamos capaces de seguir sobreviviendo. Nos gusta ser parte de algo. De una comunidad, de una pandilla, de un equipo de fútbol, de una familia. Nos identificamos y nos sentimos acompañados y grandes.
Una de las variables más importantes que definen una vida plena es la calidad de las relaciones. Las personas que disfrutan de buenas amistades, de un núcleo sólido de personas, que le aceptan y al que pertenece, goza de mejor salud emocional y espiritual. Su vida adquiere más sentido y posee mayor seguridad y confianza.
Estas semanas, aunque hemos reducido el contacto físico, hemos podido empatizar con el personal médico, con los enfermos y vecinos. Hemos empatizado con todos aquellos que han puesto su trabajo a nuestro servicio. Y esta manera generosa de involucrarse nos ha descubierto algo que igual teníamos olvidados. Ser parte de algo nos convierte en generosos, en humanos.
Incluso hemos tenido que pasar más tiempo con nuestra familia. Tal vez ha habido menos acción exterior, pero hemos fortalecido la identidad como sociedad, al compartir todos el miedo y sufrimiento, al sentirnos todos vulnerables. Cuando nuestro sufrimiento es compadecido por los demás nos sentimos acompañados y, en cierta medida, consolados.
El sentimiento de pertenencia, el compromiso, la entrega por los otros, la vocación de servicio, son valores que nos han unido. Y todos tenemos que asumir con responsabilidad las indicaciones de las autoridades para ganar la batalla a la pandemia. Aunque sólo sea como forma de agradecimiento a tanto sacrificio que ha supuesto muchas vidas humanas.
Muchas personas nos habéis dicho que habéis redescubierto el sentido de pertenencia durante estos días. A partir de ahora podemos fortalecer este sentimiento y disfrutar más con los demás:
– Pregúntate ¿cómo puedo mejorar la vida de las personas que me rodean?
– Tal vez puedas compartir con algún amigo una actividad que hacías solo.
– Las actividades de voluntariado en familia o con amistades mejoran y fortalecen los vínculos.
– Llama o visita a ese familiar que lleva tiempo en la distancia.
– Apúntate a alguna asociación y comparte tus talentos con ellos.
– Cuando pasees o entres en contacto con otra persona, en el kiosco, supermercado, repartidor, vecino…procura conectar positivamente y saludar y sonreír. Nunca sabemos cuánto pueden necesitar esa palabra o gesto amable.
En nuestra mano está el seguir siendo mejores personas que antes de confinarnos.