Se ha escrito mucho sobre el aspecto negativo, egocentrista y dependiente de los selfies. Con muchas conclusiones estoy a favor, pero creo que no debemos de generalizar. En esta entrada en cambio vamos a centrarnos en otros aspectos, que también los hay. No simplifiquemos, los selfies no tienen por qué ser una muestra de egocentrismo.
Cuando algo nos asusta, nos desborda, no lo entendemos, no es de nuestro tiempo o se convierte en un fenómenos social, nos gusta tener una explicación lógica que encaje para poder quedarnos tranquilos. La mayoría de las conclusiones que se escriben sobre las selfies y lo que se comparte en las redes están relacionadas con un ataque de egocentrismo o la necesidad de sentirte valorado por los demás. Puede que en algunas ocasiones o para algunas personas sí sea este el motivo. Pero creo que hay tantas variables que intervienen, que sacar conclusiones sobre la población en general me parece un error. Los selfies son mucho más.
Al margen de que mis conclusiones no forman parte de un estudio científico, mis datos me dicen que los motivos pueden ser varios. Cuando comentas con amigos, pacientes, clientes qué les gusta de las redes sociales, las conclusiones son otras.
Hay personas a las que les gusta simplemente compartir lo que para ellas es agradable, desde un pincho de tortilla en una tasca entrañable a un libro genial que han leído o un lugar paradisiaco. Y no se comparte para buscar la aprobación de los demás. Lo haces porque si es bueno para ti, intuyes que podría ser bueno para otro. Más que necesidad de aprobación es una conducta generosa, en la que das a conocer qué te atrae por si a otro pudiera interesarle.
Otro motivo puede ser la empatía. A través de las fotos nos unimos a la causa, a una lucha, expresamos nuestros valores, sentimientos, compartimos afinidades y nos sentimos parte de algo. Tal y como alguien pueda sentirse también parte de un club o de un equipo. Pero en este caso, virtual. No hay por qué demonizar lo virtual frente a lo presencial.
Otras fotos que se suben son fruto del placer del momento. El hecho en sí de hacer la foto, posar, disfrutar con tus amigos y compartirlo, ya es placentero en sí, sin siquiera saber los me gusta que va a tener. Lo que disfrutas es el ahora. Compartir, volver a recordar el momento, leer los comentarios, forman parte de esa diversión. La autoestima no tiene por qué depender de la aceptación. Puedes tener buena o mala autoestima a pesar del selfie y de los me gusta. Es cierto que hay adolescentes que son muy vulnerables a los me gusta, lo sé, como todos hemos sido muy vulnerables de adolescentes a los comentarios presenciales de nuestros amigos y de nuestro entorno. Ahora se potencia por la red, es cierto, pero no quiere decir que haya una relación directa entre mirar los me gusta y la baja autoestima.
Estar en contacto con los tuyos. Hay personas con cuentas privadas que comparten fotos para estar en contacto con los suyos. Colgar selfies es una manera de tener cercanía. “Fíjate, han ido a comer a este restaurante tan chulo”, “qué lindos están los niños”.
Las selfies también son un escaparate para quien comparte su trabajo. Permite conocer qué hace otros profesionales y cómo lo hacen. Hace veinte años, promocionar tu trabajo, tu marca, era carísimo. Suponía invertir en mucho dinero en publicidad. Hoy en día, un arquitecto, un autor, un chef, puede dar a conocer su obra y hacerla llegar a miles de personas. Y esas miles de personas tienen la libertad de coger ideas, valorar y disfrutar con el trabajo de otros.
Creo que como educadores, maestros, padres, entrenadores, lejos de criticar tanto lo que hacen nuestros adolescentes o los propios adultos y compararlos con “nuestros tiempos” (para mí mi tiempo es el de ahora, no el de hace veinte años), deberíamos tratar de empatizar, preguntarle y tener curiosidad en lugar de realizar tanto juicio de valor que nos separa de ellos. A mí me encanta hacerme selfies con mis hijos, con mi perro, compartir un buen restaurante o un libro genial que me esté leyendo. Me encanta ver las fotos de los demás, aprender, coger ideas, motivarme con otra gente y comentarlos. Se puede compartir esa corriente y a la vez seguir educando en valores.
¿De verdad que vosotros, en vuestros tiempos, no os hacías fotos y las revelabais en blanco y negro, sepia o color? ¿Y os recreabais con vuestros amigos recordando el momento?
Me cansa muchísimo cuando en alguna entrevista sobre psicología deportiva me preguntan, “¿Y cómo te las arreglas para gestionar tanto ego en un vestuario?” ¡Pero quién ha dicho que haya tanto ego en un vestuario! Ahora también me cansa escuchar que el ego está #allaroundtheworld porque parece que colgar selfies es una muestra más de tener ego. Yo creo que colgar selfies solo es una muestra de tener un teléfono móvil y una aplicación con la que compartes la foto. Pero los juicios de valor son gratuitos y abundan. Dejemos a la humanidad en paz y sigamos educando en valores para que esta diversión sume en lugar de restar.