Perico y yo volvemos a dejaros un nuevo valor, la GRATITUD, y cómo poder entrenarlo después del confinamiento, tal y como os comentamos en el directo sobre valores (pueden ver este directo en mi canal de Youtube patri_psicologa)
La gratitud es un acto de consideración con el regalo de la vida, con el hecho de estar vivo, de poder disfrutar de todo lo que nos rodea. La gratitud permite ver lo esencial, algo especial en las experiencias de la vida, por pequeñas y cotidianas que sean. Las personas sencillas son más capaces de descubrirlas. La gratitud y la humildad suelen bailar juntas.
Ser agradecido es mucho más que dar las gracias. Significa centrar tu atención y focalizarnos en todo lo que suma, tener una mirada más optimista hacia la vida. Y son más realistas que nadie, ya que normalmente hay más cosas positivas que negativas cada día.
Damos por sentadas muchas de las cosas que ocurren a nuestro alrededor y no somos conscientes de que son un regalo. Nuestra vida es un sueño para millones de personas en el mundo y si la pudiéramos compartir con alguna de ellas, sin duda, se convertiría en la persona más feliz de la comunidad, de la ciudad…del universo.
Cuando uno pierde la salud es cuando más valora estar sano. Cuando perdemos es cuando ganamos, damos más valor a las cosas. Ahora, en distinta manera, todos hemos perdido pero podemos mejorar en gratitud hacia tantas cosas que dábamos por supuestas.
En esta vida casi nada lo consigue uno solo. Vivimos en sociedad e interactuamos continuamente unos con otros. Reconocer nuestros éxitos como resultado de la labor de un equipo nos llevará a compartir los logros con ellos.
Nadie está a gusto con personas desagradecidas, son más tóxicas y empobrecen las relaciones. Suelen estar más pendientes de sí mismas y no valoran la aportación y esfuerzo de los demás.
- Agradece cada noche tres cosas. Trata cada noche, antes de quedarte dormido, de agradecer tres cosas que hayan ocurrido en tu vida.
- Lleva un diario en el que apuntar todo aquello que agradeces a la vida. Escríbelo cada noche, con delicadeza, con atención, con mimo. Trata de que el momento sea especial para ti. Seguro que, en algún momento de bajón, cuando las fuerzas emocionales flaqueen, te gustará leerlo y recordar dónde está la esencia de la vida.
- Llama a alguien y dale las gracias. Motivos para dar las gracias tenemos cientos de ellos. Por hacerte un favor, por sacarte una sonrisa, por facilitarte la vida, por estar en los malos momentos, por el apoyo, por la lealtad, por lo que sea. Las personas que tenemos alrededor, esas personas a las que apreciamos y queremos, mejoran constantemente nuestra vida. Porque nos llenan de seguridad, de alegría, de apoyo, sentimos su amor. Esas personas forman parte del sentido que tiene nuestra vida.
- Sé agradecido en tus interacciones diarias. Con las personas que tratas en el supermercado, farmacia, con el repartidor que te llama para saber si estás en casa y dejarte un envío, con quien sea. Hacer bien su trabajo es su responsabilidad, pero si agradecemos su profesionalidad seguro que les ayudamos a que se sientan mejor y a que sientan que su esfuerzo y dedicación vale la pena.
- Amplia tu agradecimiento a colectivos necesitados. Una manera de crear una cadena de gratitud es hacer partícipe del regalo de tu existencia a personas que te necesitan y tal vez no han tenido tus oportunidades.