Al ver que el día 28 de mayo era el día nacional de la nutrición, me vino a la cabeza el problema del intrusismo en según qué profesiones. Los nutricionistas, los licenciados en ciencias de la educación física y el deporte y los psicólogos, creo que somos de los profesionales con más intrusismo en nuestra profesión. Nadie se dejaría construir una casa por alguien que no fuera abogado, ni se dejaría intervenir por alquien que no fuera médico. Pero en otras profesiones, intrusismo, haberlo, haylo.
¿Por qué? Son muchos los motivos:
Equivocaron la profesión. Muchas personas, hace años, cuando no se valoraban las pasiones, pero sí lo que convenía, eligieron carreras universitarias y profesiones buscando tener una seguridad económica y una estabilidad laboral de cara al futuro. Estudiaron derecho, ingeniería, empresariales u otras carreras a las que se les suponía muchas salidas. Salidas tenían, lo que no tenían eran entradas al alma. No llenaban. Ahora vivimos en la era de la búsqueda de la vida plena. Buscamos disfrutar de nuestro tiempo y de nuestro trabajo, ser libres de elegir lo que nos apasiona. Muchas personas se sienten frustradas, quemadas y tratan de dar un giro a sus vidas. Pero por la vía rápida. Se ven mayores para volver a tener una formación reglada e ir a la universidad, o igual no tienen la oportunidad económica de permitírselo, o las responsabilidades les consumen y les es imposible. No se trata de hacer juicios de valor, solo de ver los motivos.
Está de moda…y es un filón. Ser feliz está de moda. Ser feliz se acompaña de tener una imagen y un físico con el que uno se sienta a gusto. Y esto incluye controlar el peso, fortalecer los músculos y tener una mente serena y orientada en el presente. Como todo el mundo busca esta felicidad, muchas son las personas que ven la manera de tener una profesión relacionada con este interés.
Comodidad. Hay personas que, a pesar de tener tiempo, les falta esfuerzo. Realizar un curso de seis meses o un año les acredita para ser terapeuta, entrenador personal o asesor nutricional. Y es cierto que hay personas brillantes sin titulación, con una capacidad autodidacta increíble y puede incluso que, con más conocimiento, sentido común, criterio y experiencia que otros que tienen un título colgado en su despacho. Pero esto se convierte en un arma muy peligrosa.
La persona que contrata los servicios de un profesional es, en parte, responsable de seleccionar a alguien que reúna las condiciones necesarias para poder tratarle. Busca a alguien que tenga un título reglado, que sepas que ha tenido que pasar una serie de exámenes que acreditan que tiene los conocimientos que dice que tiene. Si además te informas de su experiencia y éxito, mejor. El trato también importa. Mira que sea humano, que te dedique tiempo, que se interese por ti y te trate con empatía. Aun así, puedes equivocarte y no dar con la persona adecuada, pero minimizas y reduces mucho el margen de error. Es imposible que un terapeuta emocional no psicólogo, un entrenador personal sin el grado de CAFD o un asesor nutricional tengan los mismos conocimientos que los que sí están avalados para ello. Estás jugando con tu salud.
Cuando alguien necesita ayuda, suele encontrarse en un momento muy vulnerable de su vida, con baja autoestima y buscando soluciones, en muchos casos, de forma desesperada. Como des con alguien con un poco de carisma, con poco criterio y menor conocimiento, puede arruinarte la vida. Ojo, porque hay vende humos que, con tal de ganar unos cuartos, venderían su alma al diablo diciéndote que tienen la solución a tus penas.
Si hay algo en lo que puedes confiar, eso es la ciencia. Falla más bien poco. El intrusismo y la ciencia no van de la mano, porque la ciencia les tiene cerrada la puerta. El título no te asegura una buena praxis, pero sí haber pasado una serie de pruebas regladas en las que aprobaste y confirmaste tener una serie de conocimientos vitales para ejercer una profesión en la que trabajas con la salud de otras personas. La salud es lo más importante que tenemos en esta vida.