La autoestima es un tesoro y los tesoros están para cuidar de ellos. Autoestima tenemos todos, pero no siempre estamos conectados con ella.
- ¿Por qué deberías quererte bien?
Quererte bien empieza por hablarte bien. Si te quisieras bien, ¡qué estarías haciendo ahora?
¿Cómo sueles relacionarte contigo mismo?
Una persona que se quiere bien se habla bien.
- Aceptación absoluta de quien eres
Aceptar no significa gustar, ni dejar de trabajar en cambios que se desean. Significa dejar de rechazarse y reconocer que las cosas son como son. Y esto nos relaja.
Sin aceptación no hay cambio. Somos muy reacios a invertir esfuerzo en cambiar algo que no aceptamos.
¿Cómo sería vivir con tu aceptación absoluta? ¿Cómo te sentirías en este momento?
Ejercicio del espejo
Sea cual sea el defecto que te veas… “me acepto tal y como soy, con mis imperfecciones. Así, estoy bien”.
- Ojo con las exigencias y las expectativas
Si nunca estás satisfecho de tus progresos y de tus resultados porque piensas que podrían ser mejores, tampoco tendrás una imagen positiva de ti mismo. Es difícil darse valor cuando no haces más que sacar pegas y críticas de tu trabajo o de ti mismo.
¿Vale la pena el precio que estoy pagando por ser exigente?
- ¿Qué visión tienes de ti mismo?
Recuerda, lo que tú ves es lo que tú proyectas. Somos la visión que tenemos de nosotros mismos. Ni más ni menos. Puede que esa visión no nos represente, pero eso es lo que creemos.
Prueba con estos ejercicios:
- Basura de etiquetas
- Diario de fortalezas
- Abecedario de la autoestima
- Locus de control interno
- La persona que se quiere sabe lo que merece
Mereces una vida serena, una vida feliz, una vida en la que estés a gusto.
Hay personas que no se atreven a alegrarse de lo que les rodea por miedo a perderlo próximamente. Piensan que no se merecen tanta dicha y que, si disfrutan de ella, dejarán de tenerla.
Ser feliz no tiene castigo. Así que, si te sientes bien contigo mismo, la vida te sonríe y estás a gusto…aprende a convivir con ello.