Ya no te emparejas o te casa para siempre. Y menos mal. Imagínate qué vida más desgraciada supondría tener que convivir con alguien a quien no amas. Podemos aceptar pulpo como animal de compañía cuando muchas parejas tratan de justificar su situación con la idea de que el amor se transforma. El amor no se transforma, lo siento. El amor, lo que es querer a alguien, el sentimiento, no se transforma. Está o no está. Puede que lo que se transforme sea la manera de expresarlo. Con la edad consolidas otros valores, aparecen otras prioridades, y en lugar de desear hacer el salto del tigre igual prefieres que te acurruquen y te muestren otras formas de cariño. Pero si no hay amor, ni hay salto del tigre ni ganas de que alguien te abrace. Puedes llamarlo estar cómodo, estar en la zona de confort, obedecer a las normas sociales, lo que quieras, pero no es un amor transformado.
El amor no siempre es eterno. Y cuando el amor muere, por la parte que sea, una opción es seguir juntos y convivir como se pueda. No caben juicios de valor para quien toma esta decisión. Pero esta opción no nos asegura la felicidad. Es más, apunta maneras a que serás un pelín infeliz en tu vida o te sentirás bastante insatisfecho. Otra opción, nada fácil a corto plazo pero que nos abre las puertas a una vida plena, es romper. Romper de forma sana, cívica, educada, amable y con gratitud hacia la persona que durante un tiempo, corto o largo, nos hizo felices. Quitemos el estigma a las rupturas de pareja. ¡Cuántos pacientes he escuchado en la consulta decir “he fracasado en mi matrimonio”! Solo has fracaso si entendías el amor como algo que no se podía romper bajo ningún concepto y que de romperse tú serías el responsable absoluto. Una ruptura no es un fracaso. Todo lo contrario. Es una decisión que trata de evitar vivir con daño, de que te marchites y de que seas un infeliz. ¿Se puede ser más afortunado? Gloria bendita para quien se dé cuenta de que puede existir otra oportunidad, de que la vida te está invitando a vivirla, con ganas, con otra pasión.
Si eres de las personas a las que alguien ha dejado, sea cual fuere el motivo, te dejo una pequeña guía de lo que deberías evitar hacer:
- No supliques el amor de quien no te lo quiere dar.Y no es por la chorrada de “perder la dignidad”. La dignidad no se pierde por implorar amor. Es porque suplicar el amor de alguien que no te ama es como pedirle a alguien de derechas que piense como alguien de izquierdas. Pues no le sale, no va con él. Sin más. Y esto le pasa a quien te deja de querer. Por mucho que le hagas ver que todo puede cambiar, que tú cambiarás también, que te dé una oportunidad, la persona en este momento no lo siente. Así que, ¿para qué va a dar una oportunidad de algo que no desea?
- No te sientas culpable. El amor a veces muere a pesar de que seas alguien maravilloso. Esto que te quede bien claro. Una ruptura no es sinónimo de que tú hayas cometido fallos en la pareja. Fallos hay en ambos lados porque nadie es perfecto. Una ruptura viene por muchos motivos. Deja de personalizarla en ti.
- No le espíes las redes sociales. ¡Ajá! ¿Mirando qué fotos cuelga en Facebook o en Instagram? ¿Siendo un masoquista? Te hará daño ver cómo la otra persona rehace su vida o sale con otra gente. Es más, te llevará a criticarle, hacer juicios de valor e incluso a sacar conclusiones que pueden ser falsas. Y aunque fueran verdaderas, como que ha encontrado a otra persona… ¿qué más da?
- No juzgues ahora su vida, a pesar de que sea distinta a la que tenía contigo. Muchas parejas cuando rompen, inventan. Salen con gente nueva, se apuntan a otras aficiones, incluso pueden cambiar su forma de vestir. No te ralles. Puede que hace tiempo que tuviera ganas de hacerlo y no se atreviera contigo. Puede que le haya dado por reinventarse ahora que está solo. Puede que esté atravesando alguna crisis. Sea lo que sea, deja que disfrute y no te hagas mala sangre pensando que por qué no lo hizo contigo o de que te parece patético.
- No le desees que le vaya mal. Os habéis querido, lo habéis pasado bien juntos, habéis compartido parte de vuestra vida, os habéis ayudado. No lo estropeéis. Por eso os dejáis, para no haceros daño. Ya está, esto no dio para más. La mejor manera de cerrar la carpeta es desearle a la persona lo mejor. Una vida llena de satisfacciones.
- No le bombardees a mensajes o llamadas. No está interesado en ti. Asfixiarle no le hará despertar el interés. Si te ha pedido tiempo, lo que necesita es tiempo para pensar, para ver cómo se encuentra solo, para ver si te echa de menos a ti y a vuestra vida. No te está poniendo a prueba. Está confuso y necesita aclararse. Si has decidido respetar su decisión, deja que el tiempo sirva para algo. Si interrumpes su soledad, no le das lugar a ver si te echa de menos o no, porque estás saciando su interés por ti antes de que a tu pareja le pueda surgir.
- No conviertas el tema en monotema. No le cuentes a todo el mundo tu ruptura. Está bien desahogarse con los más cercanos, sacar la pena fuera. Pero si no dejas de hablar de ello, además de aburrir soberanamente a los otros, tampoco sales tú del bucle.
- No le culpes ni saques todos sus trapos sucios. ¿Te alivia dejarlo en mal lugar delante de otros? No hables mal de la persona. Ser elegante nunca falla. Entiendo que si te ha fallado, se ha portado mal contigo, compartas tu experiencia con los más cercanos buscando consuelo. Pero no hace falta que pongas mensajes en todos los chats diciendo que es esto o que es lo otro.
- No le prometas cambios tuyos con tal de agradarle. Existen renuncias y cambios que tenemos que hacer en pareja porque de no ser así no se soportaría la convivencia. Cambios relacionados con la forma de hablarnos, contar con el otro, ser amables, tener humor, hablar las cosas, colaborar en las tareas, coeducar a los hijos o el reparto de responsabilidades, etc. Pero no puedes cambiar tu forma de ser, tus valores, tus prioridades por acoplarte al otro y no perderlo. En estos casos es mejor perder a la persona que a tu personalidad.
- Suelta y deja marchar lo que ya no tiene vida. La vida son ciclos, y las parejas puede que también tengan su ciclo. Si no da para más, no fuerces y no quieras meter con calzador lo que ya no se siente ni se sostiene. ¿De verdad que quieres tener a tu lado a alguien que te ha dicho que no te quiere, que no te desea, que no quiere compartir esta vida contigo? Déjale marchar. Tu pareja tiene que ser feliz y tú también. Ahora parece que será algo imposible, pero dentro de unos meses te darás cuenta de que tu espacio, tus momentos a solas, otras personas, otras actividades también llenan tu vida y que se puede ser feliz.
Ya sé que cada separación es un mundo y que algunos vendréis de separaciones muy traumáticas y de historias tristes que a veces parecen imposibles de perdonar. Igual mi mensaje no sirve para todos. Pero hasta que no soltéis, hasta que no cerréis la carpeta, os costará poder vivir con serenidad y sin rencor.